Con la respiración los animales consiguen del medio el oxígeno que precisan las células para realizar la oxidación de materia orgánica y obtener energía para los diferentes procesos vitales: crecimiento, multiplicación celular, contracción muscular, transporte activo a través de membranas, etc. La adquisición del oxígeno se realiza por el aparato respiratorio que puede ser de tipo
pulmonar, o bien branquial principalmente. En algunos organismos la respiración se realiza a través de la piel y en los artrópodos terrestres por las tráqueas.
Los vegetales utilizan la energía obtenida en la respiración celular para procesos de absorción de sales minerales, transporte activo por el floema o procesos regulados por la presión osmótica como la apertura y cierre de los estomas. El intercambio de gases se realiza a través de los estomas (en las partes jóvenes de las plantas) o bien a través de las lenticelas en las zonas donde hay crecimiento secundario.
Pero no solo los seres vivos obtienen oxígeno en la respiración sino que eliminan el anhídrido carbónico que se forma. Esta eliminación se considera un proceso de excreción.
Con la excreción definimos la eliminación de las sustancias de desecho que se han producido en el metabolismo celular. Una de ellas es el anhídrido carbónico pero hay más. Los productos derivados de la degradación de las biomoléculas nitrogenadas (aminoácidos, bases nitrogenadas, principalmente), que son la urea, el ácido úrico, la guanina, el amoniaco (dependiendo de los organismos; productos derivados de la degradación de la hemoglobina, etc. En la excreción los principales órganos implicados son los
riñones (en los vertebrados). Existen
otras estructuras como los nefridios o los protonefridios en invertebrados que realizan una función similar. Pero también el aparato respiratorio (pulmones, bránquias, piel, tráqueas) al eliminar el anhídrido carbónico; el hígado, la piel en los animales.
En los vegetales las vacuolas.